miércoles, 20 de marzo de 2013

Devocional para Mujeres Cristianas

Devocional para Mujeres Cristianas
Debemos regresar a vivir en la presencia de Dios y a depender de sus promesas y su provisión.
“Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes.Al contrario, nos da poder para amar a los demás y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.” 2 Timoteo 1:7 (BLS) ¿Te has dado cuenta de cómo los comerciales de la televisión mezclan suficiente información con su producto para hacerlo creíble? Aunque a eso se le llama publicidad falsa, el producto parece convincente.
No es hasta que compramos el producto y este falla que el fraude queda al descubierto.
De la misma manera Satanás se especializa en publicidad falsa. Él es bueno en hacer que nuestros temores parezcan verdaderos cuando en realidad no lo son.
¿Significa eso que todos los temores son equivocados? No. El temor de estar parados en una montaña alta nos protege de acercarnos mucho al borde, perder el equilibrio y caernos. Por otro lado, los fantasmas de Satanás están llenos de engaños.
Usualmente nos incapacitan y nos impiden progresar. Este tipo de publicidad falsa puede ahogar nuestra fe y aumentar nuestros temores. ¿Alguna vez te has preguntado dónde comenzó nuestras luchas entre la fe y el temor? Yo si lo he hecho. De acuerdo al autor y maestro Marlon Smith, el temor entró en la raza humana mediante una mentira satánica.
El Edén fue el primer lugar donde la serpiente engañó a Eva al distorsionar la palabra de Dios. El Señor le dijo a Adán: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás,” (Génesis 2:16-17). Si él o Eva comían de ese árbol, sin dudas morirían espiritualmente. Eva no solamente comió del árbol del fruto prohibido sino que también le ofreció a Adán y él lo comió también.
Tan pronto como Adán desobedeció a Dios, la relación entre ellos cambió. Adán no solo sintió temor sino que dudó de la autoridad de Dios, de su amistad y de su provisión. La mentira de Satanás le dijo a Adán que él no necesitaba de Dios. De hecho Adán fue persuadido de que podía ser su propio Dios, autosuficiente en todas las cosas.
Lo mismo nos puede suceder a ti y a mí. Algunas veces tú y yo vivimos independientes de la presencia de Dios. Actuamos como si todo dependiera de nosotros. No nos atreveríamos a reconocer que estamos perdidos. Queremos dar la impresión de tener el control. Pero Dios nunca quiso que fuéramos por nuestra propia fuerza. Fuimos diseñados para mostrar su fortaleza en nuestras debilidades, mientras que él provee para nuestras necesidades. Fuimos creados para vivir como niños pequeños, dependientes del cuidado de nuestro Padre celestial.
Las veces en que insistimos en vivir nuestras vidas a nuestra manera, con nuestra propia fuerza, experimentaremos los mismos resultados de Adán y Eva. Viviremos con temor. Y es allí donde Satanás quiere que nos quedemos.
Si tenemos miedo de probar algo, entonces nunca lo haremos. Si el enemigo puede tenernos aguantados por el temor, no podremos desarrollar nuestro potencial ni marcar la diferencia en la vida de otra persona. Satanás sabe de lo que somos capaces en Cristo. Él nos envenena con temor para impedir que entendamos eso.
La verdad es que a lo que le tememos, casi nunca pasa. Este tipo de temor que se alimenta con las mentiras de Satanás puede describirse como evidencia falsa que parece real.
No se trata de que no nos preocupen ciertos aspectos de la vida como la seguridad y la salud. Pero cuando la preocupación se apodera de nosotros y nos mantiene despiertos toda la noche y cabizbajos durante el día, nos hemos mudado a un lugar donde nunca se suponía que viviéramos.
Debemos regresar a vivir en la presencia de Dios y a depender de sus promesas y su provisión. Solo entonces podremos distinguir entre la verdad y la mentira. Solo entonces nuestras vidas se caracterizarán por la fe y no por el miedo.
Amado Dios, ayúdame a tener discernimiento entre los falsos temores y las verdaderas preocupaciones. Mientras memorizo tu Palabra, haz que tu verdad esté viva en mi corazón para que yo pueda luchar contra el miedo y vivir por fe. En el nombre de Jesús. Amén.
Aplicación: 
Determina si tus temores son verdaderos o si son una evidencia falsa que parece real. Si tus temores son reales, préstales atención. Si son una estratagema del enemigo, lleva estos pensamientos cautivos y entrégaselos a Dios en oración.
 Micca Monda Campbell

Sobre las alas de un Águila




“Ustedes han visto lo que yo hice con los egipcios, y cómo los he traído a ustedes a donde yo estoy, como si vinieran sobre las alas de un águila”. Éxodo 19:4 (DHH) 
Entre las muchas aves que menciona la Biblia, se encuentra el águila, esta ilustración la hizo Dios por medio de Moisés al pueblo de Israel, después de haberlos librado de la esclavitud, llevándolos bajo su cuidado en todo momento mientras los sacaba de Egipto.
El águila es una de las mayores aves depredadoras, entre sus características están su tamaño, su poderoso y puntiagudo pico, su vista aguda y su fuerza para alzar en vuelo aun a presas mas pesadas que ella, a demás de ser usada como emblema de poderío y belleza.
A pesar del tiempo transcurrido desde aquellos años, y aun cuando las cosas y la forma de vida han cambiado, hay ocasiones en las que por algunos momentos nos sentimos tan agobiados por todo lo que estamos pasando, que nos llegamos a sentir en una especie de prisión, donde no encontramos la salida, y donde por mas que intentamos no podemos escapar y sin darnos cuenta nos vemos como aprisionados por las circunstancias.
Todo, absolutamente todo lo que esta escrito en la Biblia es con algún propósito, por medio de todo lo que hay ahí sentimos a Dios hablándonos de diferentes maneras, sin importar cuanto tiempo ha pasado desde que fue escrito, no cabe duda que lo hizo con la finalidad de Él mismo darnos ánimo y alguna palabra especifica para cada una de las situaciones por las que pasamos y nos toca vivir.
Hoy Dios quiere que sepas algo, muy a pesar de tu dolor y de todo lo que pudo haberte llevado a un lugar donde sufres de todo eso que tal vez solo tú y Él saben, todo lo que te mantiene preso del sufrimiento, lo que te lleva algunas veces a creer que estas solo o que nadie te comprende, todo lo que ha causado cada una de tus lágrimas, esas pequeñas pero profundas heridas que alguien ha provocado en ti, esa falta de perdón, esos fracasos que te hacen pensar que no lograrás nada, todas y cada una de las cosas que te pueden estar apresando, son cosas de las que Él quiere sacarte y llevarte a la libertad que te estas perdiendo y que como hijo suyo mereces.
Solo es necesario que pidas para ser escuchado, y permitas que Dios venga como el águila con que se ha comparado, para tomarte y llevarte en sus alas, para llevarte a un lugar seguro, para curarte en su nido y mostrarte todo lo que puedes hacer, para llevarte a lo mas alto, lejos de todo, en donde te mostrará lo que eres capaz de hacer, es ahí a su lado donde sanará tus heridas con su calor, donde sus palabras te darán la confianza para volver a intentar cuantas veces sea necesario, donde puedes darte cuenta que todos los problemas se ven tan pequeños cuando Él te lleva en sus alas y donde puedes pasar por encima de todo sabiendo que nada te puede hacer daño.
Si ya lo has intentado, y no has podido levantar el vuelo, si miras hacia tu alrededor y no hay quien pueda sacarte de ahí, prueba en las alas del águila que siempre te observa y te cuida, y encontraras el descanso y la libertad que necesitas. 
 Autora: Maite Leija

martes, 22 de enero de 2013

Lázaro

Entre las muchas historias impactantes de Jesús hoy quiero narra una en especial y es sobre la muerte de Lázaro. 
María, Marta y Lázaro eran hermanos y eran muy queridos por Jesús, cuando Lázaro enfermo sus hermanas mandaron a avisar a Jesús esperando una respuesta de él: “Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.” Juan 11:3 (Reina-Valera 1960), pero sorpresivamente la actitud de Jesús frente a está noticia fue de confianza y calma al mismo tiempo, Jesús dijo:“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” Juan 11:4 (Reina-Valera 1960), es decir que desde un inicio Jesús sabia muy bien lo que iba a pasar y lejos de apresurarse hizo lo siguiente: “Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días másen el lugar donde estaba.” Juan 11:4 (Reina-Valera 1960). 
A veces en la vida nos pasa algo similar, estamos en apuros y necesitamos una acción rápida de Dios y como respuesta recibimos confianza y calma de parte de Él, cuando lo que quisiéramos es que se apresurara. 
Hay algo que me llama la atención de esta historia y es que seguramente las hermanas de Lázaro enviaron a avisar a Jesús mientras Lázaro agonizaba y dichos enviados tardaron en llegar a Jesús, porque luego del aviso de estos Jesús se quedo dos días más en el lugar donde estaba y cuando Jesús llego a Berania Lázaro tenia cuatro días de estar en el sepulcro, es decir, que había muerto, lo habían llorado y luego sepultado y de allí tenia cuatro días de estar en el sepulcro: “Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.” Juan 11:17 (Reina-Valera 1960).Seguramente fue por eso que Jesús no se apresuro, porque Él ya sabia que había muerto desde el momento que le dieron la noticia, es decir que no es que a Jesús no le importará, sino que la muerte ya había llegado a Lázaro cuando supo la noticia de su enfermedad. 
A veces pareciera que a Dios “no le importa” lo que estamos pasando, pero la realidad es que hay momentos en los que ya estamos en el embrollo y no hay nada más que hacer para evitarlo, entonces la función de Dios no va ser evitarlo, sino sacarte de allí. 
Jesús sabia desde un primer momento lo que ocurriría, Él ya tenia un plan trazado por eso cuando se dispuso a ir a Betania con sus discípulos les dijo de antemano: “Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.” Juan 11:11 (Reina-Valera 1960). A Dios no se le escapa ningún detalle, aunque para nuestra vista y razón pareciera que si, la realidad es que no, Él lo tiene todo controlado. 
Me deja una gran lección de fe lo que tanto Marta como María le dijeron a Jesús cuando lo vieron: “Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Juan 11:21 (Reina-Valera 1960).“María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.” Juan 11:32 (Reina-Valera 1960). Las dos le dijeron exactamente lo mismo a Jesús denotando de está forma la fe que existía en ellas hacia Él. 
En esta historia también podemos ver el lado más humano de Jesús: “Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.” Juan 11:33-36 (Reina-Valera 1960). Ver llorar a Jesús con los que lloran me hace entender que a pesar que Él tiene las respuestas a nuestros problemas, Él nos comprende y nos acompaña en el dolor o en la perdida. ¿Por qué lloraba Jesús si Él desde un inicio sabia que Lázaro volvería a la vida?, no olvidemos que Jesús era humano también y como tal tenia sentimientos y emociones, notar el dolor que embargaba a sus amados amigos lo conmovió y es allí en donde los verdaderos lideres se conocen, pues hay que reír con los que ríen y llorar con los que lloran. A veces cometemos el enorme error de hacernos los fuertes, cuando en ocasiones la gente lo único que necesita es que los acompañemos en el dolor, que sintamos con ellos y que los entendamos, Jesús lo hizo. 
Llego el momento de hacer uno de los milagros más sorprendentes que Jesús hizo: “Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Juan 11:38-40 (Reina-Valera 1960). A pesar que Jesús había dicho ya a Marta que iba ser resucitar a Lázaro, ella aun no había comprendido la forma, pues pensaba que seria en el día postrero de la resurrección, por esa razón no entendía lo que Jesús estaba haciendo, sin embargo Jesús estaba a punto de hacer un milagro maravilloso para testimonio de todos. 
“Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!” Juan 11:41-43 (Reina-Valera 1960). 
Para muchos quizá ese momento habrá sido de locura, pues nunca habían visto algo similar, sin embargo aun cuando no entendemos las formas de actuar de Dios, debemos estar confiados en que haga lo que haga será una respuesta maravillosa y perfecta. La Biblia dice que aquel que había muerto, volvió a la vida: “Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.” Juan 11:44 (Reina-Valera 1960). 
¿Cuál es nuestro Lázaro?, ¿Cuánto tiene de muerto?, ¿Qué es aquello que crees que ya no tiene solución?, ¿Qué es eso que te hace llorar y que piensas que no volverá a ser igual?, hoy Dios quiere recordarte que Él tiene todo bajo control y que solo se necesita tener fe para creer lo que Él es capaz de hacer. 
Posiblemente hoy te encuentre en una encrucijada en donde el problema ya esta presente y ya no puedes hacer nada, entonces es hora de llamar a Jesús y aunque pareciera que tarda, Él siempre llegará a tiempo para realizar sus milagros sorprendentes sobre nuestra vida. 
Hoy Jesús te dice: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 
¿Crees?, ¿Quieres ver la gloria de Dios?, entonces era necesario ese Lázaro en tu vida para que pudieras ver y creer lo que Dios quiere y puede hacer en tu vida. 
¡Ten ánimo!, ¡Confía!, ¡Nunca creas que todo esta perdido!, porque Dios puede llegar hasta donde estas, quizá te acompañara en tu dolor y llanto, pero terminara haciendo una obra maravillosa en tu vida que te sorprenderá grandemente. 
Creámosle a Dios, confiemos en Él, nunca des por muerto o terminado algo, porque Dios es experto en hacer que lo que estaba muerto o perdido, sea restaurado y vuelto a la normalidad. ¡Cree en Él y verás sus respuestas llenas de gloria! 
Autor: Enrique Monterroza

sábado, 12 de enero de 2013

Una montaña de pecados destruídas




El misionero se estaba esforzando en hacer comprender a los míseros nativos de aquella aldea africana, como el poder de la sangre de Jesús basta para limpiarnos de todos nuestros pecados, sin adición de dogmas ni ceremonialismos. Al fin, una mujer se acercó a él, y con pena le confesó: “Señor, pero mis pecados son tantos como la arena en la ribera del mar. ¿Puede Jesús borrarlos todos?”. El misionero contestó: “Id, pues a la orilla del mar , y levantad un montón de granitos de arena. Luego sentaos ahí y esperad. Veréis lo que sucede”. La mujer quedó pensando un instante y por fin exclamó: “¡Ya lo veo! ¡ya lo veo! Como la mar se llevaría todo el montón , así también la sangre de Jesús me lava de todo pecado”. 
Tomado de El Faro.

martes, 8 de enero de 2013

Yo los Resituiré

"Yo os restituiré los años que comió la langosta" (Joel 2:25). La Nueva Versión Americana Estándar dice: "Voy a compensarte por los años. . . comido”. ¡Esta promesa es increíble! ¡Nosotros queremos recuperar esos años perdidos cuando no lo seguíamos a Él, reparar todo daño y pagarle! Pero Él dice, "¡Error! No me puedes pagar ni por una hora desperdiciada. Ahora anda delante de mí en justicia y conviértete de tus pecados, y Yo te compensaré por todas las pérdidas sean tuyas, de tu familia o la mía!" A los pecadores arrepentidos, el Señor declara: "No temas... alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas" (Joel 2:21). Usted no tiene por qué avergonzarse de sus años perdidos. Dios va a quitar ese malvado ejército y usted va a comer y estar satisfecho. Nunca más será avergonzado (ver Joel 2:19-20, 26-27). Usted nació para Sus propósitos eternos, Él planeó para usted una vida de satisfacción, alegría y utilidad en su Reino. Pero, entonces entró el pecado, y el plan de Dios para su vida se interrumpió; el devorador se hizo presente y muchos años fueron en vano, perdidos. Pero ahora, en Cristo, ¡todo es nuevo!, ¡incluso el calendario! El Señor se remonta hasta el día en que la langosta vino, y Él quita todos esos años perdidos y empieza a contar de nuevo desde el momento en que se arrepiente. Todas esas bendiciones que usted no logró ver, fueron almacenadas. Toda la alegría, la paz, la revelación y la utilidad que usted pensó estaban muertas y se habían ido para siempre, en realidad fueron guardadas por el Señor. En el infierno, el condenado puede ser atormentado con una visión de lo que la vida podría haber sido. Algunos pueden ver lo que perdieron. Pero esto no es así para los arrepentidos. Todo será restaurado. Ellos no tendrán que decir nunca más: "Oh, lo que perdí. Lo que podría haber sido. Dios tenía mucho para mí, pero metí la pata". ¡No! Dios puede restaurar todas las bendiciones perdidas. El Señor quiere derramar sobre nosotros todas las bendiciones y alegrías en Él, todo lo que nosotros habíamos perdimos antes. Sin embargo, Él no lo hace todo de un solo golpe. ¡Es un flujo desbordante! "Y las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite" (Joel 2:24). Hay tal poder en el arrepentimiento, que trae de vuelta para nosotros todo lo que el pulgón había destruido. ¡Dios resucita todo!
David Wilkerson

viernes, 21 de diciembre de 2012

BOANERGES, Cuando la gracia triunfa



“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10). 
 La historia de los apóstoles de Jesús puede resultar muy alentadora al considerar el camino que nos queda por andar, en la conformación de nuestro carácter a la imagen de Cristo. Considerar la paciencia del Maestro con sus discípulos, su disposición a perdonar y a corregir, nos estimula a dejarnos moldear por el Señor. De hecho, el mirar a los seguidores primigenios tiene un efecto espejo en nosotros. Nos parecemos mucho a aquellos inestables seguidores. Eran emotivos, pero poco profundos. Celosos por la obra de Dios, pero inestables. Raudos en hablar, pero inconsecuentes a lo dicho. Cada apóstol tiene una historia, cada uno un mensaje para decirnos, pero Jacobo y Juan nos ilustran una verdad que sobrecoge y que cuenta la historia de todos nosotros. Es la historia de la gracia triunfante sobre el proceder equívoco. La buena voluntad de Dios logrando su sacro cometido. Jacobo y Juan eran hijos de Zabedeo, un adinerado hombre de negocios relacionado con la pesca (Marcos 1:20). Se supone que Jacobo era el hermano mayor porque es mencionado primero en las listas que aparecen en los evangelios. Su madre se llamaba Salomé y fue una de las valerosas mujeres que ayudaron al Señor durante su ministerio. Ambos, Jacobo y Juan, fueron llamados por Jesús después de una noche de oración. Fueron establecidos por Jesús para anunciar el evangelio y enviados por igual a extender el reino de Dios. Lejos de la presuposición de que fueran discípulos excepcionales, Jacobo y Juan eran impulsivos, actuaban inconsultamente y cometían toda clase de errores. Al punto que su conducta les hizo ganar el sobre nombre de Boanerges, que significa: hijos del trueno. Sus acciones no podían tener una mejor definición, eran intempestivos como un trueno que no avisa de su aparición. Quisieron orar para que cayera fuego del cielo sobre los samaritanos (Lucas 9:51-56). Mandaron sectariamente a un evangelista itinerante que dejara de hacer su trabajo espiritual porque no era del grupo más conocido (Lucas 9:49,50). Para colmo, le pidieron a Jesús ser los segundos al mando en el reino venidero (Marcos 10:37). Reunían todas las características para ser enviados de vuelta a casa reprobados, pero la gracia triunfó. A pesar de todo, Jesús les permitió estar en la experiencia de la transfiguración. Les dejó entrar en el cuarto donde resucitaría a la hija de Jairo y les pidió que estuvieran cerca de él en la agonía en el huerto de Getsemaní. Privilegios que no tuvieron los demás apóstoles, excepto Pedro. No era un trato especial, sino necesario, estos estaban más necesitados de la gracia que los demás. Cuando a Susana Wesley le preguntaron que a cuál de sus hijos amaba más, ella respondió: “al que está lejos hasta que regrese y al que está enfermo hasta que sane”. Tal compasivo amor tuvo Jesús con los hermanos Boanerges, tal incomparable amor lo ha tenido con nosotros. Nosotros también hemos errado. Vez tras vez cometemos las mismas infracciones. Tomamos decisiones equivocadas, decimos cosas de las que nos arrepentimos más tarde y lidiamos frecuentemente con nuestro egoísmo y nuestra insensatez. Pero a Jesús esto no parece desanimarle. Continúa tratando con nosotros, dándonos experiencias nuevas, concediéndonos dones que no merecemos. Él puede ver más allá de esos actos erráticos, puede ver lo que llegaremos a ser. Jacobo fue el primer mártir de la iglesia. Murió por la ira de Herodes Agripa (Hechos 12:2). Dio un ejemplo de valor cuya impronta nos alcanza hoy y nos llena de admiración. Tertuliano, el gran predicador del siglo III, escribió: “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. Jacobo, sin dudas, fue esa primera semilla. Juan, por su parte, fue un cariñoso pastor de cuyo carácter gentil y conducta amorosa se benefició la iglesia toda. Su discípulo, Policarpo de Esmirna, llegó a convertirse gracias a su ejemplar vida, en uno de los héroes más grandes de la cristiandad. Boanerges, dos hombres impetuosos, inestables, que fueron transformados por la gracia de Dios. Boanerges, la historia de todos y cada uno de nosotros. Historias donde la gracia siempre triunfa. Donde prevalece el plan de Dios. Relatos de misericordia donde cada uno de nosotros está plenamente reflejado.

 Autor: Osmany Cruz Ferrer

martes, 18 de diciembre de 2012

Por sus frutos

ASÍ QUE, POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS. MATEO 7:20. 
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Aquella noche, todos quedaron sorprendidos cuando Altaír pidió un re­fresco, para acompañarlos en el brindis. Él era siempre el alma de la fiesta; le encantaba ser el centro de atención, y era el primero en levantar la copa para hacer el brindis. Pero, aquella noche, Altaír no había hablado mucho, y todos percibían que estaba allí más por compañerismo con los colegas de trabajo que porque le gustase la fiesta. -¿Qué te ocurre? -le preguntó Norma, intrigada. Altaír sonrió. Había en sus ojos un brillo especial. Como si repentinamen­te hubiese descubierto algún tesoro. Todos lo miraban, atentos, para escuchar la respuesta. -Entregué mi vida a Jesús -respondió con serenidad. Parecía un niño que había recibido un regalo; se mostraba feliz, pero sereno. -¿Quéee? -preguntaron todos, al unísono. -Acepté a Jesús como mi Salvador. -¿Y eso que tiene que ver con el hecho de que no brindes? -Nada -dijo él-: yo puedo brindar con un refresco. -¿Estás loco? -No; simplemente, no bebo más bebidas alcohólicas. -Pero ¿qué tiene que ver la bebida con Jesús? -Es que mi cuerpo es “templo del Espíritu Santo”. No lo dejaron terminar. Lo bombardearon con una tonelada de pregun­tas: algunas sinceras, otras sarcásticas y otras despreciativas. Pero, Altaír no se incomodó; respondió a todo. Y aquella noche se retiró temprano a descansar, para asombro de todos sus compañeros. Los frutos habían aparecido, de manera natural, en la vida de este precioso joven. Él no se esforzaba por mostrarse cristiano: simplemente, había empe­zado a vivir con Jesús la más bella historia de amor, y los frutos aparecían, lozanos, maduros y bonitos, en su experiencia. Siempre es así: no hay manera de vivir en compañerismo con Jesús y continuar siendo la misma persona del pasado. Este día puede ser, en tu vida, un día de muchos frutos. Haz de Jesús el compañero inseparable de tu vida; comienza y termina el día con él; no te separes de él en ningún momento. Entonces, al andar por los caminos de esta vida, todos sabrán que algo extraordinario sucedió en tu vida. Las cosas viejas se habrán hecho todas nuevas, porque “por sus frutos los conoceréis”.

Fuente: Reflexiones Cristianas